LITERATURA

"La belleza que nos inspira"

 

 

ARTE LITERARIO

La literatura es una expresión artística que se manifiesta a través de lo escrito. La relación entre el arte y la literatura es muy estrecha, dicha naturaleza es parte de las Bellas Artes como una de las formas de expresión más antiguas que han surgido en la historia del arte y de la humanidad. Las artes literarias son obras escritas que muestran belleza en su estilo, tema o trama. Por eso inspiran, enriquecen, educan y entretienen. Nos recuerdan que el lenguaje tiene encanto, alegría, y que otros transmiten ideas a las que vale la pena prestar atención.

20 de OCTUBRE 2024

PERDONA, ¿TRATAMIENTO PARA LA SOLEDAD?

Carta a nuestros abuelos.

En una de las visitas, me pareció verla sola, apagada y con los ojos brillosos, a punto de expulsar lágrimas. Le pedí que me contara qué le pasaba, pero yo nunca creí que iba a acabar saliendo de esa casa con el corazón en un puño. Y es muy curioso porque, a pesar de que exactamente no me contó el motivo de su tristeza, poco a poco pude entender a la perfección lo que escondía su corazón. Comenzó con un simple “nada bonita, estoy bien”, pero intentando desviarla del tema, empezó a nombrar a una tal “soledad”, una carencia que está presente en todas nuestras etapas de la vida, desde la adolescencia hasta la vejez. Porque sí, aunque te resulte extraño, los adultos también sufren, a pesar de que lo disimulan y esconden tanto como tú, los bombones en tu cuarto. A continuación, ella me intentó explicar lo que le ocurría, apoyándose en su pasado y sus experiencias. Me puso varios ejemplos de momentos en los que estuvo sola cuando era pequeña, como fueron a la hora de hacer grupos para el baile de educación física, al no saber con quién ir al cine a ver una película nueva, o al tener que pedirle al camarero una reserva de una mesa para una única persona, ella misma. Es fácil entender que alguien se puede sentir solo cuando realmente no tiene a nadie a su alrededor, pero ¿es lícito sentirse solo cuando estás acompañado de gente? Claramente sí, y al ella recordarlo, comenzaron a llenarse sus ojos de lágrimas.


Tras muchos años, alcanzó su vida soñada formando una familia, fuente de la que provenía su felicidad. Aunque lo oigamos decir, no nos damos cuenta de que nos acostumbramos a vivir una vida tan estable y perfecta, que hasta que no nos ocurre alguna desgracia, no nos hacemos una idea de la vida tan plena que tenemos. Porque sí, en esta vida todo llega, hasta lo indeseable, por lo que desgraciadamente, su marido de un día para otro se marchó de este mundo, y esto supuso una roca muy grande en su mochila de guijarros. Su alma gemela, su compañero de vida, su persona más leal, su amor platónico, su total alegría, toda esta felicidad comprimida en una persona, un individuo que, de una noche a otra, no despertó más. Ahora entiendo su frase “hasta mañana si Dios quiere”, frase que repite noche tras noche antes de acostarse. No quiero imaginar el shock que se debe sentir al abrir los ojos, pegarle una patadita para despertarle y darle un beso de buenos días, y que, sin embargo, no haya respuesta. Así de fácil y rápido pasamos de tenerlo todo, a quedarnos con un coche de tres ruedas. Pasan los años, y también su hija decide volar del nido, crear su propia familia y perseguir sus sueños. Aquí es cuando te das cuenta de que pasamos de sentirnos solos, a realmente estar solos.


Ya son muchos los años que lleva viviendo sola, desayunando con el sonido de la radio por detrás, comiendo con la mirada fija hacia la pared, y cenando con el telediario de fondo. Por no hablar de las tristes mañanas a las que se somete día tras día, despertando sin los buenos días de nadie, únicamente del de su hija, eso sí, a través del teléfono. Por consiguiente, tampoco tiene a nadie con el que desahogarse en el sofá antes de irse a dormir, nadie que le pueda reponer rápidamente el papel del cuarto de baño, ni tampoco nadie con quien celebrar que ha conseguido organizar un gran viaje con el imserso. Además, aunque no lo parezca, que te riñan por haber dejado la ropa sucia tirada en tu cuarto o por no haber limpiado bien la sartén, se echa de menos cuando vives en solitario durante tanto tiempo. Aunque esta nueva realidad ya forma parte de su rutina, no deja de ser otra piedra para su mochila de la soledad. Cierto es que todas las tardes queda con su hermana o sus amigas para tomar un café o dar una vuelta por la Vuelta del Castillo, pero la llegada a casa se ha convertido en una entrada a la nostalgia y tristeza, en vez de un acogedor hogar. Porque sí, lo que era un hogar, se ha transformado en una casa apagada, donde el sentimiento de renovación, descanso, calor y paz, se han esfumado.


Pasan los años, y lo repito para que lo recuerdes permanentemente, la vida es como una ráfaga de viento, se pasa en un abrir y cerrar de ojos. Cuando menos te lo esperas, de pronto su amiga Guadalupe ha sufrido un infarto, su otra amiga Nieves tiene que ingresar en el hospital, y su mejor amigo Nicolás ha vendido su casa porque ha ingresado en una residencia al perder el habla y la movilidad física. Debe destruirte la sensación de que todo tu entorno ya no es lo que era antes, ni está compuesto por las personas que siempre han estado ahí. Predomina una sensación desagradable, donde todo lo bueno de la vida ya se ha marchado, como cuando esprintas por subirte a la Villavesa, pero, sin embargo, ves que cada vez se aleja más de ti. Las tardes de ataques de risa con tus amigos, los veranos de piscina y playa, hasta las noches de cerveza en el bar de la plaza, te das cuenta de que ya no se repetirán jamás.


Ya todo le supone un esfuerzo, ya no puede abrir los tarros de tomate con facilidad, ya no puede agacharse a coger el trozo de pan que se le ha caído, ya no alcanza a abrocharse los cordones de sus zapatillas, y tiene que aumentar las letras de la televisión para llegar a verlas desde el sofá. Todas estas tareas que ahora le suponen un suplicio, ella es consciente de que viviendo acompañada, no tendría que afrontar estos obstáculos, pero, por lo contrario, no la escucharás quejarse ni un solo segundo. Viajar, que es su gran pasatiempo, también le supone un gran esfuerzo, pero disfruta tanto de pasar unos días con sus amigos, que se olvida de todo lo malo. Se olvida de que ya no puede soportar un viaje de muchas horas seguidas sin estirar las piernas, de que ya no puede subir la montaña que el grupo quiere visitar, de que ya no soporta el calor de Sevilla, y de que tampoco puede comer en un restaurante típico del lugar porque tendrá que pasar todo el día con pesadez de estómago. A pesar de todos estos inconvenientes, ella sigue viajando y disfrutando del presente, ya que es más que consciente de que, en dos días, le tocará volver a despedirse de alguien. Por no olvidar de la tercera y dolorosa piedra de la mochila, el momento en el que le comunican que le han salido trombos en las piernas y que tendrá que tomarse a diario, obligatoriamente a las cuatro de la tarde, las pastillas del Sintrom. A fin de cuentas, todo esto hace aislarla de su círculo de amistades (aunque cada vez más y más reducido), obligándola a quedarse en casa reposando, lugar donde, recordemos que florece la melancolía y se siente desamparada y sola.


De esta forma funciona el círculo vicioso de la vejez, última etapa de la vida que la mayoría alcanzaremos y afrontaremos con situaciones muy distintas. Quizá no resulte fácil tener dieciséis años y no tener ninguna amiga que te acompañe al concierto de Quevedo, pero más complicado tiene que ser aceptar que todo tu círculo ha dejado de existir y que no puedes retroceder en el tiempo. Todo lo que ella amaba hacer, ya ni puede realizarlo, ni tiene con quién hacerlo, pero, por lo contrario, ahí sigue día tras día, intentando sacarnos una sonrisa a mí y a mi hermano. Que si nos hace el favor de ir a por salmón a la pescadería, que si nos devuelve el libro a la biblioteca que se nos ha quedado fuera de plazo, que si nos aporta ideas para una redacción de filosofía, ... Los nietos nos solemos olvidar de preguntarles algo tan simple como qué tal les ha ido el día, o simplemente qué han tenido para comer, pero pese a ello, nos siguen queriendo infinitamente. Debemos hacerles sentir arropados y demostrarles que no están solos, que siempre nos van a tener cuando más lo necesiten, incluso para tomar el frito los domingos después de misa. Porque sí abuela, si te hace ilusión, yo por ti hasta aguanto hasta una larga hora de misa. Ya solo me queda decirte gracias, gracias por todo abuela, gracias por compartir conmigo tus mejores y más sabios consejos y vivencias de la vida. Al igual que esta redacción, nuestra existencia, queridos abuelos, no sería posible sin vosotros. Estáis y estaréis eternamente acompañados.

Jone Yoldi, 1º Bachillerato Grupo C

· · · · ·